GUERRAS FLORIDAS

 

Representación pictórica de las guerras floridas

Uno de los aspectos más llamativos de la cultura azteca es el sacrificio de prisioneros a los dioses que se realizaba en el Templo Mayor de México. Para proveerse de los miles de prisioneros necesarios para los sacrificios realizados con motivo de grandes celebraciones, como la coronación de un nuevo tlatoani, los aztecas establecieron un sistema de intercambio con sus enemigos. Puesto que los sacrificados debían ser prisioneros capturados en combate, las tres ciudades de la Triple Alianza -México-Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan- acordaba celebrar guerras periódicas con sus enemigos, las ciudades de Tlaxcala, Cholula y Huexotzinco. Estas guerras no tendrían objetivos territoriales, económicos o políticos sino puramente rituales.

Para llevar a cabo tan singular pacto militar se reunieron los máximos gobernantes de Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan. Allí oyeron a los sacerdotes y sátrapas de los templos de México decir que los dioses estaban indignados contra el imperio y que para aplacarlos convenía sacrificar periódicamente a muchos hombres. Xicoténcatl, uno de los señores de Tlaxcalan, decidió que desde entonces se estableciesen guerras contra la señoría de Tlaxcalan y la de Tetzcuco con sus acompañamtes y que se señalase un campo donde se hicieran periódicamente esas batallas. De esta froma cada pueblo iría a recoger flores (corazones) para sus dioses (de ahí el nombre de "guerra florida").  Los que fueran hechos presos y cautivos en ellas se sacrificrían a sus dioses, lo que les complacería enormemente, al ser un manjar caliente y reciente que simbolizaba la máxima ofrenda que podían los hombres darle a sus dioses: la vida.

 

Además de proveer de prisioneros para el sacrificio y servir de ejercicio y mantenimiento para el ejército, las guerras floridas eran un mecanismo para lograr el ascenso social individual. Los guerreros destacados, aquellos que logran volver a su ciudad tras varias capturas de enemigos vivos, ganaban el respeto y la admiración de su pueblo y compañeros. Las capturas se realizaban tendiendo emboscadas y golpeando e hiriendo al enemigo con las macanas, las flechas y las lanzas. Como protección, los guerreros vestían cotas de algodón y escudos. El objetivo era atontar al enemigo y capturarle, en ningún caso matarle, una concepción bélica arraigada en el ejército azteca que sin duda le perjudicará a la hora de enfrentarse a los españoles.

 

Representación pictórica de los distintos arquetipos de soldados aztecas, cada uno con un prisionero